Madrid necesita respuestas urgentes

Artículo de opinión de Jaime Cedrún, secretario general de CCOO de Madrid


El 24 de abril ha sido el día de la tercera dimisión de Esperanza Aguirre.

Esta retirada ha supuesto el fin de la ostentación de sus cargos políticos y esperemos que de su vida política. Además, debe suponer el inicio de las explicaciones a la Justicia y a la sociedad madrileña. Sigue leyendo el artículo en el blog de Jaime Cedrún

Los madrileños y madrileñas necesitamos respuestas urgentes para superar esta vergüenza e indignación que sentimos

El 24 de abril ha sido el día de la tercera dimisión de Esperanza Aguirre. Esta retirada ha supuesto el fin de la ostentación de sus cargos políticos y esperemos que de su vida política. Además, debe suponer el inicio de las explicaciones a la Justicia y a la sociedad madrileña.


Pero no es suficiente. Hay que limpiar toda la podredumbre institucionalizada y poner a los corruptos ante la Justicia. Y esa limpieza debe realizarse desde las instituciones democráticas de la Comunidad de Madrid. Primero, por parte del Gobierno y la Asamblea regional, pero si a Cristina Cifuentes y sus servidumbres de partido no la dejen llegar al fondo, C´s, PSOE de Madrid y Podemos deben provocar el cambio y situar al frente de la Comunidad un Gobierno que lo pueda realizar.

Esperanza Aguirre, en noviembre 2003, accede en segunda instancia al Gobierno de la Comunidad de Madrid, gracias al empuje del Tamayazo. Apenas transcurrido un año, pone en marcha la privatización de la asistencia sanitaria pública y a la par inicia una guerra sin cuartel contra los sindicatos. A medida que pasaba el tiempo, iban mejorando la supuesta organización criminal que se ha descubierto posteriormente.

En mayo de 2004, convirtieron el Consejo Económico y Social (CES) en un centro de difusión y formación de dirigentes de la Administración del modelo de ultraliberalismo tóxico que ha dado justificación teórica y organización práctica al expolio de lo público. Basta revisar las publicaciones y encuentros realizados por esa institución a partir de ese año. Para ello, nombraron un grupo de expertos donde personajes como Pedro Schwartz, Amando de Miguel, Carlos Rodríguez Braun o Francisco Cabrillo, como presidente, marcaban la pauta. Con un grupo empresarial entregado, la oposición del grupo sindical fue especialmente difícil e intensa. Conflictos con proyección pública que descubrían ante la sociedad los verdaderos objetivos de la política del PP terminaron cerrando el CES regional.

En 2007, el PP ya había puesto en marcha todas las políticas de privatización en todos los sectores. También había empezado a invertir en grandes construcciones, muchas sin ningún tipo de justificación como algún caso de Metro Ligero, o la inflación de hospitales con financiación privada que luego intentaron privatizar del todo, la construcción de colegios privados en suelo público, la Ciudad de la Justicia… Eran los tiempos de “la sanidad, oportunidad de negocio”.

En Madrid, CCOO y UGT lanzamos una fuerte campaña, junto a la Federación Regional de AAVV, la FAPA Ginés de los Ríos, el Foro Social y el apoyo de PSOE de Madrid e IU, en defensa de lo público. Una campaña que supuso un enfrentamiento antes de las elecciones de 2007 e implicó la presión centro a centro de sus plantillas, o con las personas más directamente afectadas por las políticas brutales que practicaban.

Reforzados por la confianza que les dieron los madrileños y las madrileñas en esas elecciones de 2007 se sintieron impunes. Compraron el silencio de la mayoría de los medios de comunicación con una riada de millones en publicidad de la Administración y de sus empresas públicas como el Canal de Isabel II, el Metro o con las externalizaciones de la producción de programas de Telemadrid. Paralelamente, la televisión pública madrileña sufrió el desembarco de un enjambre de periodistas, tertulianos y opinadores dedicados a linchar a todo opositor. Además, con la concesión de los canales digitales lograron la sumisión de la TDT party.

Al mismo tiempo que controlaban todas las instituciones públicas, compraban a la CEIM, fundamentalmente al núcleo de empresarios contratistas y vividores de la subvención que han controlado la dirección de esta patronal, de la que Gerardo Díaz Ferrán o su concuñado Arturo Fernández son sus mejores representantes. Con ello controlaron el sector privado regional.
En aquellos tiempos la oposición política los acusaba de no ser un gobierno sino un Consejo de Administración. En el último período, cuando la justicia empezó a no darles la razón, también intentaron controlarla, sirva como ejemplo el último escándalo en la Fiscalía anticorrupción, intentado limitar la investigación sobre Ignacio González.

Con todo el poder regional en manos del PP se emplearon a fondo en machacar la oposición social existente, que no era otra que la sindical. Primero fue el intento de ahogo financiero y de recursos humanos atacando los derechos sindicales existentes y luego la campaña permanente de descrédito coreada por todos los medios de comunicación bajo su control o el silencio de los otros.

De los delegados y delegadas sindicales, se dijo lo que no está escrito. Fueron los días en que Javier López, siendo secretario general de CCOO de Madrid, descubrió que un fotógrafo que trabajaba para La Razón le estaba siguiendo a ver si le pillaba en un renuncio o quizás “comiendo marisco”.
Esto se complementaba con una investigación permanente sobre la formación que realizábamos. Nunca encontraron nada, aunque no importó, nos acusaron de financiarnos con ella. Si hubieran investigado a las patronales habrían tenido más éxito, como demostró el Caso Aneri.

En las hemerotecas hay momentos sobresalientes, como cuando tras la gran manifestación del 12 de diciembre de 2009 en Madrid, el entonces consejero de Presidencia, Justicia e Interior y hoy recluso Francisco Granados, nos insultó diciendo que los manifestantes venían pagados, viaje y bocadillos, como en las manifestaciones franquistas. Y que se financiaba con dinero público. ¡Qué escándalo para él!

Inmediatamente después la huelga general convocada por CCOO y UGT en 2005 contra la privatización de la sanidad que se iniciaba, Esperanza Aguirre respondió rompiendo la concertación social e incumpliendo el reciente acuerdo de empleo que habíamos firmado. En este acuerdo se incluía un punto sobre derechos sindicales, según el cual se doblaba la financiación que recibíamos por nuestra participación institucional, establecida en una ley regional y para el cumplimiento de las medidas firmadas. A tenor de lo que sucedió después con la movilización sanitaria, se trataba de un intento de comprar la paz social para tener las manos libres en el saqueo que pergeñaban. Era este el contexto en el que Juan José Güemes, consejero de Sanidad entre 2007 y 2010, afirmó que con el dinero que costaban los liberados se terminaría con la lista de espera.

En este escenario son innumerables las intervenciones de Ignacio González acusándonos de ser un cáncer para los madrileños, por retardatarios, y estar poniendo pegas a las liberalizaciones y privatizaciones que tan buenas eran para la economía madrileña y para la libertad de elección de los consumidores del servicio.

Y siempre la arrogancia de la jefa de todo, Esperanza Aguirre. No nos va a engañar a estas alturas. Ella designaba personalmente a todos los cargos, consejeros, viceconsejeros, directores generales, secretarios generales, cargos de las empresas y entes, todo al máximo nivel de detalle. Nada ocurría en sus gobiernos y en su partido sin que ella lo decidiese o avalase.

La crisis económica supuso también el inicio de la crisis de la organización montada, ahora considerada criminal por los jueces. No había dinero para mantener callados a tantas bocas en un contexto que se les volvía en contra gracias a la estrategia de resistencia del movimiento sindical y de los movimientos sociales tradicionales y emergentes. Hasta Tamayo se presentó un día en la Puerta el Sol, imagino que a reclamar lo suyo. A tenor de lo conocido, Eurovegas, además de muchas consecuencias negativas para la región, habría sido la tabla de salvación para Esperanza Aguirre y sus ayudantes.

Hoy Aguirre ha dimitido. No es suficiente. Los madrileños y madrileñas necesitamos recuperar la confianza en las instituciones democráticas, necesitamos respuestas urgentes para superar esta vergüenza e indignación que sentimos.